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Mostrando entradas de 2019

MI TRISTE VENGANZA (Karlina Fernández)

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Quiero explicarte mi venganza: ocurre en el espejo, cuando te miras y estoy detrás, diciéndote que así te acepto y tú diciéndote que así te odias. Cuando un día puedas quererte entenderás cuánto te quise yo,  entonces llorarás dos veces mi amor, por el amor que no te tenías y por el que te tenía yo. Y a pie de ese espejo conjugado en presente y futuro te acompañara mi amor fantasma, tocarás tu reflejo para tocarme a mí y yo detrás de ti, lejana, imposible, tuya entre tus culpas y tu soledad. Cobijaré tus remordimientos por las noches, como cuando curaba tu fiebre y éramos posibles. Mis manos pequeñas  taparán  tus oídos cuando vengan los truenos y el techo roto. Llorarás dos veces mi amor, porque estoy ahí contigo y porque me has perdido. Te haré el amor con tu mano y lloraras dos veces mi amor, porque sumarás otro orgasmo en mi nombre y porque no me has tenido. Estaré siempre mirándote, con la camisa manchada de tus vidrios. Llorarás d

109 KILOMETROS Y UNA PREGUNTA (Karlina Fernández)

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Foto del blog "Caminando por Venezuela" Fue un adiós chiquitico, disimulado en el tácito lenguaje del silencio. Me dejaste en la boca tu nombre y una taquicardia maleteada, sin llave para abrir la puerta que aclara y responde. Ahora debo fingir que no me inquieta, que soy tan dura como una erección, tan separable de ti como la misma distancia que hay entre un martes y otro. Sigues mandando adioses chocantes en tus mensajes invisibles. Me atraganto de signos de interrogación. ¡¿Ves porque siempre temo a la dulzura?! Tiende su miel a anestesiar presagios poco optimistas. Fue también una ilusión pasajera, se procuró escaleras hasta el cielo; sin contemplar que por las mismas también se baja. Sí: fue un error de ingeniería y de ingenuidad. Se habló de cielo, ternura y futuro de forma irresponsable, propuse suspiros. Tú, ¿vendiste mentiras? Entonces resignada espero a que el samán te de su sombra, que dejes los misterios

¡NO TE PERDONO! (Karlina Fernández)

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Para que siempre tengas esa culpa pendiente, aunque te reciba con un abrazo diplomático, diciendo: “Calma, ya pasó”. Risueña de presente, secando tus lágrimas con mis manos, esas que un día no se dieron a basto para secar las que me sacaste tú. No voy a llenarte de reclamos, me combina más la indiferencia, aunque al partir, lejos de la gente, de la vida, volverá mi atormentado discurso que te grita: ¡No te perdono! Un “no” desde el vientre, en la boca, en los ojos, en los meses de aniversario, en el febrero en el que sembraste invierno en sus principios. Cuando dejen de aplaudirme, cuando la pleitesía se apague, a solas diré ardida: ¡No te perdono! Tanto cariño tóxico, tanta infección en la ternura. Y que me atraparás en la contradicción promedio de querer a quien te hace daño. Porque después de tanta dulzura vino un día, un mes, una noche, ese aguacero de sal en la herida que abriste y esa herida comparte lugar, vecina si

INVISIBLE (Karlina Fernández)

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No tengo un hematoma, las palabras no te dejan huella en la piel, no tengo forma de denunciar un pequeño párrafo de ofensas. Digamos, 23 sílabas diarias por 3650 días bastan para que el resto de tu vida las recuerdes; te las comas, te las tomes, te las chupes, l as aspires, te penetren. Tengo libertad de movimiento, pero mi alma quedó inválida para siempre en: “No sirves para nada. Todo esto es culpa tuya, deja que yo lo haga”.   ¡Si te ha gustado la lectura, déjame tu comentario! Karlina, todas ellas...

CONFESIÓN (Karlina Fernández)

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Sí, lo hice. Mordí tu estómago  como muerde un tigre a su presa, en vez de leche y jugo te eduqué con vino y noche, te ordené desordenar hasta tus lágrimas para que probaras el sabor de la falsa irreverencia. Te puse el corazón al revés, te hice mirar la luna en vez de ponerte a mirar muñecas, te dije como perderlo todo minutos después de habértelo ganado, te di tragedia en polvo, ropa interior pequeña y un monopolio que te hacía creer en la fortuna. Compré tus fracasos, tus victorias. Sí, lo hice. Y te veo pelear contigo a cada rato, fumando vicios y culpa, dejando orgasmos sin nombres en el recuerdo de nadie, al asecho de ti en cada buen intento que termina fallido. Te veo caminar odiando tus pasos sin saber de ti, resignada. No te compré maquillaje, te volví uno, vacié el rosado de tu niñez y te llené de ron el alma. Fui arco en el violín de tu tristeza. Después del tiempo, cuando aprendiste a leer, Supiste que así se llamaba: t

NO SÉ (Karlina Fernández)

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No sé cómo sacarte, no voté por ti, renegué de tus ayudas. Dos hijos escaparon. Uno me ayuda mientras el otro lo intenta. Tengo 7300 días marchando cuando se me pide… cada nuevo líder lo aplaudo. No es devoción, es esperanza. Pero me temo que no sé cómo sacarte. Sigo con hambre en el ingenio, pero sobre todo en el estómago. Mi familia es una pizza divida en el planeta. Mi jubilación es una marcha con otros jubilados. Se me estraga el corazón de tanta grasa, de tanta mierda, de tanta revolución. Mis hijos reúnen para llevarme pero ... ¿Quién soy después de 60 años en una misma tierra? No puedo ser el hijo de mi hijo. No aguanto tantos apagones. Me siento perdida en mis arrugas, en la tristeza que me trago, en la dieta a base de arepa, en la dieta a base de nostalgia. ¡Maldito Dictador, no sé cómo sacarte! Hay un primer mundo esperando… y yo, que necesito saber de mi vecina, que no puedo deshacerme de mi tupper, ni de visita

TE PREGUNTO (Karlina Fernández)

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"¿En algún momento los has perdido todo y el equipaje se volvió sin más, llanto y desahucio?" ¿Alguna vez tuviste miedo al escuchar la puerta de tu casa? ¿Alguna vez te arrojaste al sexo por deber? ¿Alguna vez perdiste un país en honor a la igualdad? ¿Alguna vez dejaste el amor de tu vida en un aeropuerto y desde entonces rematas tu corazón? ¿Alguna vez te han llamado sudaca? ¿Alguna vez has perdido todos tus amigos y desde entonces quieres incendiar los recuerdos del Facebook? ¿Alguna vez tu familia, toda, del otro lado del Atlántico? ¿Alguna vez la muerte imbatible se llevó a tu papá? ¿Alguna vez tú en situación de calle? ¿En situación de desesperanza a pesar de tus títulos universitarios? ¿En algún momento los has perdido todo y el equipaje se volvió sin más, llanto y desahucio? Entonces, si un día, quizás dos; no quiero salir de la cama, o me embarque en amores de segunda mano, o me pierda en el azúcar o el alcohol. No me llames cobar

FIJACIÓN (Karlina Fernández)

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Después de tantas camas y tantas noches llega entonces la misma timidez, aquella taquicardia angustiosa que no me deja tocarte, ese dolor cobarde que me deja en ridículo y a distancia de ti. Después de ensayar en tantos cuerpos y dejar mí numero en tantas bocas, cuelgo tu cuerpo tibio en el perchero triste de mi poca valentía, lloro pasito, en prosa, en verso, en la almohada. Lloro sin lágrima alguna, con tanta fiebre de lo mismo que si no me odio me castiga Dios. Este amor mío, tan estúpido, nunca creció, se quedó en la cicatriz, en la lonchera, en las plazas, en la última fila del salón; con asma en los suspiros, bebiendo ron para ser fuerte, nebulizándose de cualquier droga para acercarse. Porque los cinco sentidos no bastan para mirarte a los ojos, las frases buenas las borran mis manos que sudan, mi afán felino se depreda a si mismo cada vez que ríes. Y así no puedo, contigo no puedo, nunca he podido, nunca. Yo, la que intimida,

EN SU DEFENSA (Karlina Fernández)

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Yo también te quiero, me dijo. No sólo lo que escribes tú es el amor, me dijo. Soy la herida, pero nunca le disparé a tu corazón ¡ Nunca! Nunca hubo cuchillos en mis palabras Nunca una mentira fue tan oscura para ser dolor. ¡Yo también te quiero! No sólo lo que sientes tú es el amor, me dijo. Tú también eres  nudo en la garganta,  el nombre que duele, los besos extrañados, el mensaje que no resistí  no enviar, la historia que siempre miro. ¡La herida! Tú también eres la herida. No sólo lo que lloras tú es el amor, aquí dentro también llovizna; también llueve una tormenta porque no te puedo abrazar,  me dijo. Pero duelen las mariposas que nunca llegaron a tu estómago,  le dije. No porque no hayan llegado significa que no fue primavera,  me dijo. No todo lo que te duele a ti es el dolor. Aquí también se cayeron las hojas, pero no soy poeta. Me enseñaron que el dolor se maquilla como se maquilla el acné, pero cuan

REINCIDENCIA (Karlina Fernández)

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Te maldije, renegué de tu nombre, grité olvido, dije adiós sin tregua, no vacilé en condolencias. Cambié de camino, te borré de mi mapa, sacudí mi corazón, quité la arteria que decía tu nombre, proclamé frialdades, corrí sin ti y sonreí con gloria, dije que tu rostro era un “jamás”, aseguré partidas y vacíos. Y bastaste tú, de frente, Diciendo: “¿te acuerdas?” para olvidar que te olvide y reincidir en tus brazos con una dulce sonrisa. ¡Si te ha gustado la lectura, déjame tu comentario! Karlina, todas ellas...

SILENCIO (Karlina Fernández)

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Recomendaría silencio. Al mirarnos, hagamos silencio. Sabemos que jamás volveremos a vernos tan íntimamente como para cantar victoria. Sabemos que jamás nos tomaremos de la mano. Entonces: hagamos silencio, ganemos tiempo en un abrazo, detengámonos a llorar en él, con el permiso que tienen los amantes cobardes, con la absolución del perdón mudo con la tristeza resignada, con la alegría de encontrarnos. Dejemos que el silencio haga lo suyo No preguntemos ¿cómo estás?, ¿cómo va todo? Sabemos que va bien, mejor sin nosotros a dúo. Simplemente, apoyemos la nostalgia con un abrazo, digamos “te amo” con los ojos, digamos “lo siento” en un apretón de manos desesperado. Que sea el cuerpo en su expresión más sencilla el que diga lo que nos cuesta tanto. Mirémonos hasta que nos podamos sentar en la mirada del otro, hasta que una lagrima nos llovizne, hasta que un indiscreto suspiro nos robe una sonrisa. Ya no andan nuestros corazones par