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Mostrando entradas de noviembre, 2019

INVISIBLE (Karlina Fernández)

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No tengo un hematoma, las palabras no te dejan huella en la piel, no tengo forma de denunciar un pequeño párrafo de ofensas. Digamos, 23 sílabas diarias por 3650 días bastan para que el resto de tu vida las recuerdes; te las comas, te las tomes, te las chupes, l as aspires, te penetren. Tengo libertad de movimiento, pero mi alma quedó inválida para siempre en: “No sirves para nada. Todo esto es culpa tuya, deja que yo lo haga”.   ¡Si te ha gustado la lectura, déjame tu comentario! Karlina, todas ellas...

CONFESIÓN (Karlina Fernández)

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Sí, lo hice. Mordí tu estómago  como muerde un tigre a su presa, en vez de leche y jugo te eduqué con vino y noche, te ordené desordenar hasta tus lágrimas para que probaras el sabor de la falsa irreverencia. Te puse el corazón al revés, te hice mirar la luna en vez de ponerte a mirar muñecas, te dije como perderlo todo minutos después de habértelo ganado, te di tragedia en polvo, ropa interior pequeña y un monopolio que te hacía creer en la fortuna. Compré tus fracasos, tus victorias. Sí, lo hice. Y te veo pelear contigo a cada rato, fumando vicios y culpa, dejando orgasmos sin nombres en el recuerdo de nadie, al asecho de ti en cada buen intento que termina fallido. Te veo caminar odiando tus pasos sin saber de ti, resignada. No te compré maquillaje, te volví uno, vacié el rosado de tu niñez y te llené de ron el alma. Fui arco en el violín de tu tristeza. Después del tiempo, cuando aprendiste a leer, Supiste que así se llamaba: t

NO SÉ (Karlina Fernández)

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No sé cómo sacarte, no voté por ti, renegué de tus ayudas. Dos hijos escaparon. Uno me ayuda mientras el otro lo intenta. Tengo 7300 días marchando cuando se me pide… cada nuevo líder lo aplaudo. No es devoción, es esperanza. Pero me temo que no sé cómo sacarte. Sigo con hambre en el ingenio, pero sobre todo en el estómago. Mi familia es una pizza divida en el planeta. Mi jubilación es una marcha con otros jubilados. Se me estraga el corazón de tanta grasa, de tanta mierda, de tanta revolución. Mis hijos reúnen para llevarme pero ... ¿Quién soy después de 60 años en una misma tierra? No puedo ser el hijo de mi hijo. No aguanto tantos apagones. Me siento perdida en mis arrugas, en la tristeza que me trago, en la dieta a base de arepa, en la dieta a base de nostalgia. ¡Maldito Dictador, no sé cómo sacarte! Hay un primer mundo esperando… y yo, que necesito saber de mi vecina, que no puedo deshacerme de mi tupper, ni de visita

TE PREGUNTO (Karlina Fernández)

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"¿En algún momento los has perdido todo y el equipaje se volvió sin más, llanto y desahucio?" ¿Alguna vez tuviste miedo al escuchar la puerta de tu casa? ¿Alguna vez te arrojaste al sexo por deber? ¿Alguna vez perdiste un país en honor a la igualdad? ¿Alguna vez dejaste el amor de tu vida en un aeropuerto y desde entonces rematas tu corazón? ¿Alguna vez te han llamado sudaca? ¿Alguna vez has perdido todos tus amigos y desde entonces quieres incendiar los recuerdos del Facebook? ¿Alguna vez tu familia, toda, del otro lado del Atlántico? ¿Alguna vez la muerte imbatible se llevó a tu papá? ¿Alguna vez tú en situación de calle? ¿En situación de desesperanza a pesar de tus títulos universitarios? ¿En algún momento los has perdido todo y el equipaje se volvió sin más, llanto y desahucio? Entonces, si un día, quizás dos; no quiero salir de la cama, o me embarque en amores de segunda mano, o me pierda en el azúcar o el alcohol. No me llames cobar