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Mostrando entradas de enero, 2016

NO PUEDO DORMIR

Antes del martes, yo podía dormir. Soy un hombre de rituales, exacto como el tiempo, amante de lo simétrico. Atrapado en un edificio de quinta en una avenida del sur del país producto de la inflación que impide mi recto crecimiento financiero. Ordenado y pulcro como soy, vivo acosado por el reguetón, la tardanza semanal del camión de basura , los carros, y las mujeres ruidosas que prefieren los celulares antes que los libros. Y ellas… ellas que suelen aparecer por todas partes; perturbando aún más mi vida. Alterado, tomé un par de decisiones: primero, matarlas; segundo, ingerir Alprazolam y dormir plácido para despertar activo y volver puntual al banco a las 8 am… pero ese martes, desde ese martes no logro dormir; no puedo dormir. Desde ese día sólo pienso en ella, ni siquiera el Alprazolam ha podido combatir mi desesperación. Todo siempre me salía bien con cada una, a cada una la mataba como tenía que ser. Ellas aparecían de la nada a media noche y entonces yo, obseso sin

RECLAMO

¡Tengo que reclamarte! Yo me enamore de ti, y tú, tú nunca pudiste enamorarte de ti. Y ahora las dos te lloramos, con angustia, con desesperanza. ¡Bastabas, te lo juro! No fue necesario implantes treinta y seis para quedarme en tus pechos, ni   el abdomen de Sasha para curarte el dolor de vientre, ni el cerebro de Simone de Beauvoir para dibujarme contigo. ¡Bastabas tú, maldita sea! Solo tú, con tus medidas, con tu impaciencia, con tu deliberada estupidez. Con tu humor adolescente, con tu amor desmesurado, desordenado, anómalo, mío, tuyo, nuestro. ¡Bastabas tú! Tú, solo tú…¿Y ahora lo entiendes? Cuando el reloj me clavó sus manecillas y, vencida, renuncie a ti. No, ¡no llores! Me atormentan tus lágrimas, tu epifanía tardía, tu grito asustado, tu infierno nuevo. Ya no puedo salvarte, y me duele, como si tu carne fuera la mía y la miro quemarse sin remedio. No grites, no grites más que si te quemas es porque las   llamas viene

VOY A EXTRAÑARTE

Imagen
Porque me sabes las costuras y te tejes en ellas tranquila; porque tus manos siempre, en cualquier lado, encuentran la caricia que combina. Porque eres estúpida cuando yo demando tonterías y sumisa cuando pido — a gritos — un momento de soberanía. Porque tu edad es el barro que amoldo a mis manos pervertidas y hay en ti algo de virgen y algo de perdida. Nunca quise amarte… pero desnuda e insegura te me viniste encima y yo, con hambre de educarte, de amaestrarte a mi teoría; terminé redactando sobre tu vientre el amor que en mí impartías. Ahora te vas y me dejas distinta ¿Quién coserá con los hilos de mis miserias sus vestidos de buena niña? ¿Quiénes, si no tus manos, acertarán sigilosamente en mi piel un buen coro de caricias? ¿Quién será tan inteligente como para fingirse tonta?, ¿y quién me pondrá el podio cuando, histérica, necesite sentirme monarca e idealista? Dolerá ver que otras manos te sabrán virgen y, a la vez, pérdida. Nunca qui

CICUTA

Yo quiero hablar de violencia, pero esta vez de la mía. No invocaré a la fuerza masculina como el ícono del opresor. Las mujeres también golpeamos, las mujeres también herimos, mordemos entre palabra y palabra. No dejamos el ojo morado, le apagamos la mirada; no solemos engañar por un polvo, volvemos polvo el corazón. Yo también he sido mala; mi inteligencia guarda adjetivos que disparan en tu inseguridad y… adivina, tengo excelente puntería. Yo también llego ebria de alevosía a golpear tu ego; a decirte en voz de soprano, entre subtextos ambiguos, cuán imbécil te has vuelto y en qué tipo de cobarde te he convertido. La agresión pasiva es tan elegante, cicuta servida poco a poco, adornada de falda y con pintura de labios. Seducción degenerativa que te deja a siniestras de mí. Sí, yo también sé lo que es violar. Yo no necesito encimarme. Simplemente, hago que te sientas bajo. Y entonces, ya no eyaculas optimismo. He vaciado el