FIJACIÓN (Karlina Fernández)
Después de tantas
camas y tantas noches
llega entonces la
misma timidez,
aquella taquicardia
angustiosa que no me deja tocarte,
ese dolor cobarde que
me deja en ridículo y a distancia de ti.
Después de ensayar en
tantos cuerpos y dejar mí numero en tantas bocas,
cuelgo tu cuerpo tibio
en el perchero triste de mi poca valentía,
lloro pasito, en
prosa, en verso, en la almohada.
Lloro sin lágrima
alguna, con tanta fiebre de lo mismo
que si no me odio me
castiga Dios.
Este amor mío, tan
estúpido, nunca creció,
se quedó en la
cicatriz, en la lonchera,
en las plazas, en la
última fila del salón;
con asma en los
suspiros,
bebiendo ron para ser
fuerte,
nebulizándose de
cualquier droga para acercarse.
Porque los cinco
sentidos no bastan para mirarte a los ojos,
las frases buenas las
borran mis manos que sudan,
mi afán felino se
depreda a si mismo cada vez que ríes.
Y así no puedo,
contigo no puedo, nunca he podido, nunca.
Yo, la que intimida,
la que tira el taquito, la que pone de moda el chiste.
Basta con que me
respires de cerca para que me asfixie a lo lejos.
Repito que puedo y
vienes tú, encantadora hasta rendirme,
y retrocedo temerosa
insistiendo que no.
Así contigo, el karma
de mi pasiva actitud,
que me manda a
escribir versos necios como premio de consolación,
porque no hay manera
de empujarte a mis
ganas,
de besarte la boca,
de hacerte el amor
con valentía.
Entonces, cuando te
vas,
vuelvo segura a
buscarme una,
que no sea tan tú
pero que se parezca,
porque tú eres todas
las mujeres que me gustan.
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Karlina, todas ellas...
Karlina, todas ellas...
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