TORMENTA


La ira es un lobo que llevo por dentro,
un río crecido que desemboca en mi estómago;
que me tuerce la calma
y me lleva a una selva personal de egolatría.

Mi ira es un silbón
que lleva a cuestas mis propios huesos
partidos de tanta soberbia.

Me vuelvo Dios iracundo.
Me creo Olimpo y cielo.
Siento el cortisol ahogar mis venas.
Miro desde lo alto de mi prepotencia
invocando venganza y maldiciones.

Huelo el miedo y lo muerdo.
Mastico autoestimas, de preferencia, pobres en confianza.
Me muevo ufana en mi propio templo de falsas certezas,
hasta que tropiezo con el eco de mis gritos
que rebota en la habitación.
Hasta que el silencio vengativo me dice
que sólo quedan los restos de las almas
que heridas se fueron de mí.

Volteo y me miro al espejo…
avergonzada, sola y con menos estómago
hasta la próxima tormenta.
La ira es este lobo que llevo por dentro.



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