KARLINA, ¿CÓMO ESTÁ VENEZUELA?




Primero un cuento: Érase una vez un  dictador endeudado, de un país bonito, gobernó hasta ceder su poder a otro que adiestró para tal fin, en su extendido mandato y como lo suscribe  el guion caudillista, el hambre, la inflación, la migración  forzada y la represión comenzaron a aparecer, sin embargo, a finales  de una década y  comienzos de otra  hubo un auge económico, porque un país poderoso eliminó  sanciones que tenía sobre esa dictadura, la razón: estrategias sobre una guerra  que ese país poderoso no quería perder, así que, mientras le quitaban las sanciones por un lado,  la dictadura también pactaba con otros socios por el otro, obteniendo así, dinero, ayuda humanitaria y protección.

Entre esos pagos, las remesas venidas del extranjero por personas que migraron de ese bonito país a otros países, y un poco de liberación económica para evitar nuevas protestas re- surgió:  el turismo, el deporte, cierta expansión económica y …

 

VENEZUELA

Todas las naciones tienen su propia oferta de desgracias, la obviedad sobre la desigualdad social en la tierra donde nací es notoria, por el oeste de Caracas la belleza se fue rindiendo, los edificios están envejecidos y las calles olvidadas por los presupuestos a conveniencia de un régimen terco que insiste en hacer de Venezuela una Cuba tuneada, una cuba con petróleo.  Las calles tienen el asfalto jubilado, el perfume es el humo de las motos, la demanda por ellas sigue en aumento porque ayuda a evitar el transporte público que más que público es caótico, ruin, indignante.

En varios barrios y urbanizaciones  hay  una creciente siembra de cambures (Banano- plátano), sobresale por la vegetación que acompaña las casitas precarias (ranchos), me cuentan, que se dio tras la última ola de hambruna; estas siembras se encuentran incluso en el que llego a ser mi  conjunto residencial, un conjunto residencial de tres edificios en la redoma de la india (el paraíso, oeste de Caracas)  donde viven mis tías y donde “la Karlina adolescente” vivió por mucho tiempo y que hace años, para ser exactos, en tiempos de “exprópiese” (frase  que usó  Hugo Rafel Chávez Fría Presidente de Venezuela, para ordenar en el 2010 las expropiaciones) un terreno cerca del estacionamiento fue invadido, allí se dio un paralelo e impositivo conjunto residencial que se adueñó del control del agua y ahora degradan el paisaje con música estruendosa, edificios a medio hacer y un sistema corrupto de entrega de alimentos.

En cambio, si visitas el este, huele a prosperidad, la belleza se ha venido diversificando como sus calles, en los balcones te visitan las emblemáticas guacamayas llenas de colores, nuevos edificios se estrenan, un asfalto limpio y equilibrado conviven con árboles y pájaros, un este luminoso, prospero, hermoso, con nuevos cafés, restaurantes y bodegones que te dan la bienvenida y  vallas publicitarias que prometen productos de todo tipo, convirtiendo a Caracas y las costas venezolanas en un acopio para el turismo y la diversión.

¿CÓMO SE PAGA?

El pago es una ecuación a tres monedas, el dólar, los bolívares y los bolívares fuertes; para nombrar la primera moneda hablan de “precio referencial”, aceptan tarjetas internacionales, pago móvil (como un zelle o bizum), y te hacen transferencias inmediatas si el vuelto no se puede resolver en efectivo, pagar es fácil y hay opciones sencillas y digitales.

Los supermercados están repletos de una gran variedad de productos, los precios son altos si los comparas con el planeta tierra, sobre todo si mides el estado de bienestar y calidad de vida de Venezuela. Una crema de cuerpo que me cuesta 3 euros en España en Venezuela me costó 15 euros. (sí, dolió).

La trampa de este espejismo de prosperidad está en los sueldos, los trabajadores públicos por ejemplo ganan 30 dólares mensual y son pagados en bolívares. En las empresas privadas y en cargos gerenciales existe mejores opciones porque el sueldo viene con bonos en dólares, un bono que no cuenta en la seguridad social, es decir, es dinero negro, pero es el sueldo real con el que viven los venezolanos y venezolanas.

 

 

OESTE- ESTE


Cuando me quedo en el paraíso (oeste de Caracas), la mayor contaminación es el ruido, cornetas a todo volumen con reguetón se cuela por la casa, la mayoría del tiempo falta el agua y el silencio, las calles huelen a humo y el centro comercial Galerías Paraíso, que una vez fue un centro comercial lleno de opciones, ahora es el centro comercial del abandono, Pizza Hut es la única oferta que sobrevive en lo que parece ser la feria, pero es una feria triste, hay más locales cerrados que abiertos. Todo es olvido.

Cuando me quedo en el este de Caracas no falta el agua, ni la luz, el ruido lo ponen los turpiales, las guacamayas y mi sobrina que se despierta eufórica por jugar a cualquier cosa, mi hermana deja el carro (coche), fuera del estacionamiento cuando debe hacer varias cosas sin temor a que la roben, veo gente trotar y mirar sus teléfonos sin miedo, de vez en cuando me escapo de los juegos de mi sobrina y nado a solas en la piscina de la residencia.

 

            En mi estadía mi hermana  era quien me llevaba a todos los sitios donde debía ir para evitar el transporte público y para evitar que se me desangrara el presupuesto  en taxis,  pero cierto es, que hay varias opciones para traslado, hay una aplicación donde reservas tus puestos en “vans”, que tienen paradas estratégicas en tiempos determinados, motos a 1$ que te llevan rápido, no sé si seguro, pero si  llegas, llegas rápido, también hay una marca nueva de taxis que funciona como Uber que tiene incluso una sección “ellas con ellas” es decir, mujeres que sólo le prestan el servicio a mujeres; fue uno de los medios que tomé cuando mi hermana no podía llevarme a las entrevistas de radio y tv para la promoción de mi libro.

 Cuando estaba en la autopista Viviana Gibelli (actriz famosa de Venezuela), es la única cara conocida que es imagen de varias marcas, Maite Delgado (Presentadora famosa de Venezuela, se fue hace años a vivir  en Aruba), aparece en un valla  que creo ha estado ahí desde mi infancia, hay publicidad de una nueva producción de una novela en Venevisión ( televisión privada de Venezuela,) que dará    respiro al mundo del espectáculo  televisivo, y en el país en general  hay un sinfín de ofertas culturales de alta calidad.

 

DIME CÓMO PIENSAS Y TE DIRÉ CÓMO TE VA

            Sé que hay circunstancias y poblaciones al margen de cualquier crecimiento, pero quienes no hemos pertenecido a esa clase excluida de extrema pobreza, tenemos que hacernos (en parte), responsables de nuestra prosperidad, porque si, la prosperidad también es un asunto personal, el ser asertivos con el dinero o no, recae en la personalidad, en la salud mental y en deconstruir o no creencias limitantes.

Si tuviese que segmentar a la población con la aclaratoria de que no soy socióloga, ni pertenezco a el instituto nacional de estadística, que fui sólo dos meses, y que esta crónica está muy lejos de ser una crónica periodística, diría que en un nivel básico me atrevo a clasificar a las personas así:



 


LOS RENDIDOS: Mujeres y hombres que todo indica que no buscaron más trabajo, viven de hermanos, esposas o remesas y uno que otro “trabajito” que sale por ahí. Aunque ciertamente la anarquía del mercado es compleja, este grupo, el de los rendidos tiene como bandera “que la cosa está difícil” pero si te acercas a esa bandera puedes encontrar una depresión profunda.

La migración ha provocado muchas rupturas familiares, mucho hablamos de la economía, pero la carencia también viene de la renuncia y la renuncia no es otra cosa que depresión y estamos muy lejos de entender la importancia de la salud mental y que esta, en total restitución, reinvente y transforme esos duelos en una nueva y enriquecedora vida. También están por supuesto, los cómodos y por qué no, los mediocres.




CAMALEONAS: Mujeres y hombres que dejaron atrás su profesión porque no encontraron en los antiguos puestos de trabajo la solvencia y la rentabilidad que antes tenían, y han logrado con oficios o nuevos emprendimientos (alejados de aquello que estudiaron), mejores resultados económicos.


AUTOEXPLOTADAS: Generalmente mujeres, cabecillas de familia, trabajan, hacen las cosas del hogar, cuidan a la abuela y son la torre de control entre los familiares que emigraron y los que están en el país, la sumisión o exceso de proteccionismo ha hecho que se conviertan en vacas, donde todo el mundo ordeña su porción para abastecerse, en el discurso creen que las mujeres pueden con todo y no llegan a saber la diferencia entre poner límites y autoexplorarse.


EVOLUCIONADAS: Las que mantienen su estatus y su salubridad financiera y emocional a pesar las circunstancias y han mejorado su calidad de vida hasta donde la misma circunstancia se los permite, (como a todos en todos los países), mediante una revisión espiritual, un entendimiento del entorno y una búsqueda constante por mejores oportunidades, han evolucionado de todas las formas posibles. En este grupo coloco orgullosamente a todas las amigas con las que me vi.




ETERNAS MARI MAR: Conectadas con la tragedia, el dolor y la precariedad, se mantienen estáticas en sus complejos sin un despertar espiritual que las saque del “no me alcanza” que también incluye el amor propio.  




UN MOMENTICO Y TE BUSCO: No dejemos atrás los jóvenes adultos, él o la que emigró teniendo hijos pequeños, dejándolos al cuidado de los abuelos, pero esas criaturas están como Maná y su canción: “Solos en el olvido”, esperando que los vengan a buscar. El cinismo de este grupo les da para poner fotos en sus redes sociales diciendo cuanto extrañan a sus pequeños, pero siempre sobreviene una circunstancia que evita ese encuentro, viven haciendo video llamadas con avances informativos de sus problemas personales que justifica y siempre retarda la migración de sus crías, un hacedor o hacedora de malas nuevas en materia internacional o un padre o madre que encontró en la migración la oportunidad perfecta para evadir sus responsabilidades por años.




PENSIONISTAS O PENSIONADOS: Este grupo es donde mi impotencia se manifiesta, donde no hay verso, ni grito, ni esfuerzo que evite el rencor, porque son hombres y mujeres mayores de 70 años, jubiladas, donde la estafa monumental del sistema cambiario y anárquico pulverizó las prestaciones sociales y convirtió la pensión en un mal chiste.

Después de estar más de treinta años al servicio de la ciudadanía, un día y en honor a la revolución los jubilados se despertaron ganando 30 dólares al mes y en bolívares, cuando la cesta básica supera los 200 dólares.

No es solo el precio, es que, obligues a un señor o señora mayor a vivir sin agua, vulnerable a cualquier cosa, una señora o un señor qué pensó que hace 45 años, cuando comenzó su primer trabajo y lo dejaron fijo, apostó por hacer las cosas bien; y hacer las cosas bien se suponía que era cotizar en la seguridad social y “asegurar” la jubilación, estudiar hasta la cúspide del intelecto y quedarse en un mismo trabajo, porque eso, hace 45 años era el proyecto de vida más seguro y prometedor. ¡Vaya mierda!

Al ver ese escenario y ese constante coqueteo con el caudillismo en España y Latinoamérica he pensado en un plan de jubilación paralelo, porque eso de meter todos los huevos en una misma canasta puede ser un error que pagues con tu vejez.




TE LO TENGO O TE LO BUSCO: “Se aceptan Zelle, cambio dólares por Euros, hago transferencias, si me das a tu abuela y cocina te la cambio por un pasaje”, son los estados del WhatsApp que acompañan a los que se rebuscan en la subasta diaria de cambiar bolívares a euros, euros a dólar o lo que sea. Así van con una curtida bolsa de valores rebuscándose entre comisiones, trampas y diligencias.

 

UNA DESIGUALDAD A PUERTA CERRADA

Caminaba con mi hermana en un centro comercial del este del país, fui como es costumbre,  obligada a ver las tiendas, mirar ofertas, y cargar ropa, en medio de la hermosa tortura, perdón, la tienda, había un mueble y en ese mueble un señor que  estaba sentado mientras su mujer pagaba, por un momento sentí ganas de sentarme, mi hermana me miró:  “Anda a sentarte pues”, pero seguí caminando con ella sosteniéndole las 45 prendas que tenía y argumentando que el sofá incluía al señor y no me lo iba a llevar,  reímos, pagamos y nos fuimos a tomar un café.

Cuando íbamos a pagar el estacionamiento, el trabajador de la taquilla no estaba, nos hizo esperar un rato. En la espera llegó el señor del mueble, caminando, encorvado, a paso lento con su esposa, mi hermana les permitió estar primero para que pagaran antes.

-       ¡Gracias, chicas! qué amables.

-       No se preocupe señora, pasen.

La señora se nos acercó más y nos comentaba casi en susurro mientras el señor molesto caminó impaciente a la taquilla:

-       No lo soporto, se los juro.

-       ¿Es su esposo?

-       Si mija, por desgracia si, cálmate, Ramon, cálmate ya va a llegar el señor de la taquilla, está en el baño. No saben lo que es vivir con ese ser de verdad.

-       ¿Viven solos?

-       Si, mis hijos están en EEUU, se ha vuelto más agresivo, no sabes las barbaridades que me dice, me tira la comida, me grita, de todo se queja.

-       Déjelo, señora.

Respondí con indignación. Mi hermana con sus enormes ojos lo que hacía era subir las cejas y escucharla con el asombro de quien no pudiese soportar eso.

-       ¿Cómo lo voy a dejar, para dónde cojo con esta edad?

-       Pero váyase con sus hijos.

-       No mija, no voy a ir yo a molestarlos, pero este hombre donde tú lo ves, es un ingeniero reconocido, la casa está repleta de los premios que se ganó, pero como marido: un verdadero malestar, y desde que enfermó, peor. No se casen, de verdad, no se hagan eso.

Se le notaba la angustia, el miedo, y esa cruz inmortal que era ese marido tirano al que, de paso, tenía que cuidar.

Tres días después mi hermano y mi sobrino llegaron desde Acarigua para verme. Estábamos en el paraíso (oeste de Caracas), y les invité un café en una panadería que ha sobrevivido con éxito a los sube y baja económicos del país, que posee una gran variedad de productos y una terracita con aire acondicionado que me encanta.

            Mientras caminábamos hacia allá se nos acercó una vecina, de lejos se le notaba una tristeza honda, verdaderamente honda, mi mamá la saludó con cariño.

-       Vecina, ¿cómo está?

-       Aquí, como se puede, horrible, de verdad horrible.

-       ¿Ay por qué? ¿cómo sigue tu marido?

-       Bueno, él mejor, yo peor, desde que lo operaron, ese me grita, me tira la comida, me insulta, figúrate tú, que mi hijo a veces se ha tenido que quedar en la casa porque le da miedo dejarme con él.

-       Ay, chica, qué horror, cuánto lo siento vecina, pero todo pasa… ¿y tus hijas?

Mi mamá le seguía preguntando, la señora con ganas de desahogarse tenía los ojos llenitos de lágrimas aguantadas, mientras lanzaba sus penurias sin descanso, tanto mi hermano, mi sobrino y yo, solo escuchábamos, pero se sentía ese dolor inmenso de la resignación, de nuevo una mujer cuidadora de su agresor. Me conmovió muchísimo hasta que...

         -       Bueno, una en Canadá, le salió un trabajo al marido y se fue con él, y la otra en Chile, esa se fue sola, y mi hijo varón aquí, me da cosa, ¡mi pobre hijo!, calándose todo esto, son ellas las que deberían estar aquí atendiendo al papá y no él, él es hombre, ellas son mujeres, para eso son las hijas hembras, mi pobre hijo, ni hacer su vida ha podido.

Después de esa respuesta donde se afincó en el género para administrar la tortura de soportar un padre y marido violento, mi piedad se fue en picada, quedando frío mi feminista y lesbiano corazón. Con ganas de tomarme el café con mi familia, me fui alejando como señal de que ya era hora de irnos, mi sobrino me siguió, luego se incorporó mi mamá y a mi hermano lo esperamos en la panadería.

Irónicamente y en paralelo a esas anécdotas, por el teléfono y de los portales de noticias, me llegaban la información del beso no consentido de Rubiales a Jennifer Hermoso y todas las consecuencias sociales, económicas y judiciales que enfrenta por dicha agresión. Extrañé mi país de residencia.

 

LOS SABORES Y LA NACIONALIDAD



La primera vez que tuve en mis manos un hermoso y gigantesco aguacate en Caracas, casi le canto el himno nacional y me pongo la mano en el pecho. Ni hablar de los plátanos (plátano macho), que tienen el color perfecto y el tamaño de la gloria. La comida me sabía diferente pero maravillosa, me reconcilié con la carne molida (carne picada), y dije “jugo de parchita”, (jugo de maracuyá) jugo de parchita, jugo de parchita tantas veces, sin tener que dar explicaciones. Por cierto, tomé jugo de parchita.

            Comí sushi y ceviche de chicharrón mientras bebía cerveza con una amiga que una vez fue mi jefa y no parábamos de reírnos de los años trabajados y las peripecias divertidas sin una gota de arrepentimiento; porque todo era adrenalina, humor y rentabilidad bien habida.

            Cuando bajé a la Guaira (litoral central de Caracas), antes de comerme el pescado frito: lo besé, igual que los tostones (plátano macho picado con ensalada rayada encima y salsa de tomate), y esa cervecita enfrente de la playa con la temperatura perfecta para ser feliz.

Hice una bitácora de sitios donde tomarse una buena cerveza y un buen café, hablé con amigas de toda la vida donde bebíamos anécdotas de mi atropellado bachillerato que estaba lleno de asientos contables y en ellos lejos de poner números, yo hacía versos.

Esa bitácora la hice tanto en el este como en el oeste de Caracas, disfrutando con éxito todo el proceso donde jamás pagué nada por debajo de 20 dólares, todo es 20 dólares, cuatro cafés y una torta 20 dólares, cuatro cervezas y un jugo 20 dólares. Reírse hasta llorar 20 dólares.

Lo que no costó 20 dólares fue la extorsión de un policía de tránsito a una amiga que había chocado un día antes. Chocó en la autopista, estaba su hija menor en el asiento de atrás y aunque no le pasó nada grave ni a su hija ni a ella, su camioneta quedó destrozada en la parte delantera, eso sí, no costo 20$, costó más, era darle al policía de tránsito no digo “pa el café” (que es la frase típica que dicen los mozos venezolanos cuando te quieren quitar dinero), no, no era “pa el café”, era para una jarra entera de café con leche, pero era eso o prescindir de los arreglos pagados por el seguro.

            Presenté mi libro de poesía en una librería hermosa del este del país, fue tan fácil hacerlo, caminaba con facilidad en la prensa, la radio, los espacios culturales y las buenas alianzas, sentí que estuve caminando forzosamente en una piscina durante cinco años y de repente en Caracas le quitaron el agua y me aliviaron los pies.

            Me disfruté a mi sobrina María Fernanda, fui todos los personajes que me pedían sus juegos, me peinó, me maquilló, me escondía los zapatos, la gorra, sobre todo la tristeza, yo era su muñeco de plastilina, su helicóptero, la Barbie tía, me volví rosada de felicidad de tantas cosas rosadas que tiene mi pequeña Mafer.

            Amé quedarme con mi hermana y que Judith, que más que la señora de limpieza, es otra abuela para la niña, y otra tía más para nosotros, me despertara con el desayuno listo y una taza enorme de un café recién colado.

El domingo y faltando un día antes de irme, mi familia me organizó una despedida sorpresa, incluía torta, comida, bebida, y a toda, toda la familia. Bailé con mi mamá, disfruté de mis primos; los pequeños, los grandes, los medianos, mis tías, las grandes, las medianas; de las risas y los niños corriendo por ahí, me sentí amada en niveles ancestrales, me fui felizmente enratonada al aeropuerto.   

En el aeropuerto una lata de coca cola cuesta 4$, un sin fin de publicidad sobre una Venezuela colorida y tropical inundan cada pared, hay muchos rusos y mucho movimiento internacional.

Yo fui inmensamente feliz como turista venezolana en Venezuela, observando su realidad de espectadora, un narrador voluntario en tercera persona, leyendo párrafos trágicos, injustos y párrafos divertidos e inolvidables del país donde ya no vivo, pero donde nací. Espero seguir volviendo como turista y llevarme las mejores postales y lo mejor de su verdadera soberanía, sin olvidar, claro está, que las historias son cíclicas y….

 

Que ese dictador endeudado, de un país bonito, que gobernó hasta ceder su poder a otro que adiestró para tal fin, era Franco, el mayor y más sanguinario dictador de España. En los años 50 y 60 hizo convenios con EEUU para permitir bases nucleares a cambio de dinero. Mientras se beneficiaba de las remesas, en la misma época surgió el turismo en Mallorca, y el futbol tomó  fuerza y se convirtió en el juego nacional por excelencia, Franco muere teniendo el poder en 1975 y sede su puesto al Rey Juan Carlos; pensando que su adoctrinamiento había dado resultado.

¿Pensante que hablaba de otro país?

 

Karlina Fernandez 

Escritora /@Karlinakte 


                                           CURSO SOY MADRE Y QUIERO ESCRIBIRLO

Comentarios

Alvaro Torres ha dicho que…
Leer ese artículo es pasearme por muchas emociones, las tengo revueltas. ¡Bravo, Karlina!

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