NUESTRO ELEFANTE
¿Te acuerdas mi amor de cómo nació nuestro elefante? Fue ese
15 de marzo cuando fingiste el orgasmo y te metiste a bañar para limpiarte la
dignidad, la tolerancia, el hastío. Al salir, te metiste en la cama de espaldas
a mí, desde entonces tu espalda se convirtió en el muro que me impedía mirarte
a los ojos; el muro que de orgasmo fingido y orgasmos con otros y otras fue
creciendo y, justo en medio de esa barrera, nuestro pequeño elefante: mojado de
lágrimas y culpas se metió frío en nuestra cama y ahí empezamos a criarlo. Yo
también lloré, lloré tu engaño y el mío… lloré tantas noches sin ti aún cuando
te tenía al lado. Así empezamos a preñarnos de nuestro elefante. ¿Recuerdas sus
primeros pasos?, fue al día siguiente de la primera mentira, sí. Empezamos a
ver los celulares en lugar de mirar nuestros problemas y el beso en la boca se
perdió como se pierden los productos de primera necesidad en nuestro país; pero
seamos honestos, ambos tenemos acaparados nuestros besos en el orgullo que es,
sin duda, el alimento preferido de nuestra mascota. Luego de sus primeros
pasos, en la comida se podía escuchar como barritaba mientras un silencio
aburrido e incómodo nos ahogaba en el momento; pero la comida mi amor, la
comida quedó deliciosa; tranquila, yo lavo los platos.
Luego, creció tanto que tú ahora te meces en su trompa
mientras haces yoga para olvidar que ya no me admiras; mientras yo me masturbo
con las sobras traseras de nuestros propios recuerdos mojados. Y el barrita por
toda la casa, barrita por las noches cuando nuestros pies ya no se cruzan entre
las sabanas, barrita por el día cuando no hay besos después del café, barrita
en los meses de aniversario y está tan grande mi amor y tú que te escondes en
su trompa, en sus orejas allá arriba montada y yo, yo por aquí por su cola, por
sus gigantes y dolorosas patas que pisan mi anillo de bodas, que pisan sin
piedad y con temple el sueño que hoy es una agonía silenciosa de una muy triste
convivencia. Este elefante cariño, está destruyendo nuestras columnas; nuestro
domingo de películas en cama, nuestros sábados de mojitos con los amigos. Ya no
puedo verte, estas allá montada en la trompa y yo aquí pisando las cosas con
él. Mirando la mierda que cae en nuestros roles pasivos, mirando la mierda del
elefante caer en la amistad que una vez tuvimos, en el deseo que dejamos morir
mientras nuestro elefante crecía en medio de nosotros.
Tan bella nuestra inmensa mascota amada mía, que nos ha
comido con sus dientes de calma, con sus colmillos de inercia. Que lo ha
destrozado todo, menos la foto del portarretrato que da la imagen ante el mundo
de que somos una pareja feliz.
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