UN NOMBRE SIN GLORIA


Karlys Guzmán nació un diez de Diciembre, la mayor de dos hermanas, oscura como su vida, alta como sus dudas y sus miedos, nació en un barrio hija de Carlos Guzmán y “Chiqui” (le decían así porque de pequeña para decir cuchi decía chiqui y así se quedó).

Carlos era un hombre alto, negro, de carácter blando y trabajador; Chiqui una mujer morena, obesa, ama de casa, dueña y señora de todo cuanto se hacía en la vida de los cuatro integrantes de la familia. Chiqui ejercía su oficio desde el mandato, pues Karlys y su papá en el fondo eran quienes hacían todo. Ella se ocupaba de su hermana menor y su papá de trabajar fuera de la casa. El formato de educación que tuvo Karlys fue de ensayo y error, para su mamá ella cometía muchas equivocaciones y el precio se lo facturaba en la piel. Una vez cuando tenía ocho años y andaba con la fiebre de los tazos empezó a jugar con su prima Osmary, ambas jugaban apostando cualquier juguete codiciado. uno de ellos era el tazo número cien, el tazo de colección, el tazo que todo niño quería tener, ambas Comenzaron el juego y estuvieron de acuerdo en apostar tan anhelada ficha, al final de la tarde Karlys resulto victoriosa, su prima no lo aceptó y corrió llorosa hacia la sala acusándola de haberla robado. Karlys fue sentenciada a cien correazos para que nunca se le olvidara que robar es malo “así sea un tazo” dijo Chiqui con la correa en la mano. Ese día Karlys no olvido esa lección y aprendió otra ¿no?

Karlys siempre tenía que levantarse temprano, porque tenía que darle de comer a su hermana menor antes de ir al colegio, siempre iba de punta en blanco y con su peinado lleno de mucha laca y una cola que le halaba el cabello, su mamá se lo hacía con precisión y rudeza, la miraba por el espejo y la movía a conveniencia del moño, la laca, el buen vestir. Cuando Karlys y Osmary regresaban de la escuela en época de boletas era otra batalla, Chiqui se sentaba y le pedía a Osmary que se quedara un rato antes de regresar a su casa, pedía que ambas sacaran sus boletines, si Karlys sacaba menos que Osmary o le quedaba una materia, los puntos que bajó, los puntos que le faltaron, se sumaban en bofetadas, en pregones de insultos y empujones. Después de golpeada tenía que hacer la cena y dormir a su hermana, su papá llegaba tarde y siempre intuía que Chiqui la había golpeado y como un secreto entre los dos Carlos consolaba a su hija a espaldas de su esposa para que Karlys pudiese descansar, sacrificando su propio sueño, después de congelar sus manos por más de 18 horas en una heladería que pagaba los gastos familiares, ayudaba a su hija con los quehaceres de la casa.

Una vez Karlys tuvo un sueño; quería ser modelo, en una oportunidad intentó buscarlo con un poquito de fe que le quedaba en el bolsillo; cuando Chiqui se enteró rompió los vestidos que ella en complicidad con su papá habían comprado para participar e los diversos concursos; le dijo que se sentara y viera como los rompía para que entendiera de una vez por todas que no estaba lo suficientemente flaca para ser modelo, que su rostro tenía “pepas” y que los vestidos habían sido un error bastante caro. Después de que su mamá cortó todos y cada uno de los vestidos le pidió a Karlys que los botara y se dedicara a ayudar a su hermana en hacer las tareas, entre la discusión insistió:
— En vez de andar con estas mariqueras, ve y busca ser policía, o enfermera, algo que sea rápido y ayude mija.

Ese “deberías” fue en próximos días la orden para que se moviera a “meter los papeles” en la Policía Metropolitana, y que a su vez Carlos se ocupara de buscar una “palanca” para que la niña pudiese entrar.

Karlys logró hacerlo, su papá estaba bastante endeudado entre los vestidos rotos, el uniforme de policía, y pagos que hizo para comenzar su nueva carrera como policía. Agotado de trabajar y atragantado de culpa Carlos sirvió su último helado de fresa con chocolate un 19 de Julio a las 5 de la tarde, la muerte lo visitó paralizando su corazón de un infarto. Se acabaron para Karlys los abrazos en secreto de un padre cobarde pero amoroso, ¿quién curaría sus palizas? Papá era una palabra de auxilio, de curita, de consolación, la mano que aflojaba el moño con laca, los brazos que sobaban y no pegaban, los ojos de amor callado, el incondicional apoyo a pesar de Chiqui.

Después de la muerte de su papá, ella no solo tenía que ayudar con la crianza de Karelis, su hermana menor, también tendría que buscar el pan, el sustento, la casa… lentamente se fue cayendo. Chiqui comenzó a beber para olvidar o recordar, llegando tarde siempre a su casa ubicada en un lugar convertido en tierra de nadie.

Un 7 de Diciembre del año siguiente, ese día más oscuro que su piel, después de un empujón de su mamá por cualquier cosa, Karlys le da un beso a su hermana y se va al baño, vestida de policía tomó la justicia por sus propias manos y con el derecho que la tristeza le dio, se quitó la vida; se quitó el olor a laca que la acompañó en el corazón y el moño en el alma que la halaba haciéndola llorar muchas noches; se quitó los vestidos rotos, se quitó las “pepas” en la cara, se quitó los puntos que no tuvo en matemáticas, los empujones. El disparo fue una victoria de su agonía, su sangre y el ruido anunció que Karlys por primera vez no le hizo caso a su mamá, se despeinó los sesos, la vida y no había laca ni grito que lo cambiara.

Karlys estuvo tres días en terapia intensiva, los médicos no dieron esperanzas, se había quitado gran parte del cerebro con el disparo, insistieron a su madre que la viera y se despidiera, primero entró su hermana la abrazó perdida en el llanto, quebrada, rota. Chiqui entró asustada y justo cuando le tomó la mano, Karlys que tenía tres días luchando pareció haber recordado por qué se disparó y cuando sintió la mano que tantos golpes le había causado se fue y el sonido de un “la” sostenido fue la música que quedó en la sala del hospital.

En la casa, quedaron solas Chiqui y Karelis, cuando la niña cumplió 16 años quedó embarazada.
— ¿Cómo le vas a poner a la niña?
— Karlys mamá
— Bueno, ésta si no se me escapa de las manos. Karlys, tu hermana, fue débil por tu papá

FIN 


Si te ha gustado la lectura, y quieres colaborar conmigo haz clic AQUÍ
tu contribución para el mantenimiento del blog es de gran ayuda.

Comentarios

Entradas populares de este blog

MI TÍA, LA DE LA PLAYA

TONTÍN

ESTACIÓN CAMARERA (Karlina Fernández)