NO ERES EL TÍO

 





Me hubiese encantado ser madre y lo digo en pasado porque es un “sueño”, que se me evapora y me asusta cada vez que veo amigas y familiares cercanas lidiar con la maternidad. La maternidad es como un súper poder que nadie valora, pero también es un “súper poder” que debes saber para qué quieres tenerlo.

 

Digo “súper poder” porque lidiar con las transformaciones físicas, emocionales, y de vida en general, dar amor incondicional y ser tú, me parece de las cosas más complicadas. Yo en diciembre cumplo 40 años y   siento que voy tarde en eso de madurar y quererme bien.

 

No imagino lo que deben atravesar las madres cuando paren y crían, eso me lleva a la pregunta fundamental que todos (hombres y mujeres) debemos hacernos ¿para qué quieres traer un ser humano a este mundo? ¿para jugar a la casita? ¿para no quedarte sola o solo? ¿para qué la humanidad no se extinga? ¿para continuar la especie y el linaje sanguíneo, pero de una forma más asertiva? ¿para que ese niño o niña haga lo que no pudiste? ¿por amor? en serio ¿para qué?

 

Últimamente estado cerca de madres y de sus historias y sus historias me llevan al papel paterno, por lo que me relatan, la mayoría de los hombres se comportan como tíos, (hermanos del papá). Esa paternidad permisiva y lejana que desconoce del remedio para el asma que toma su hijo, o la talla del pantalón.

 

Una pregunta: si un hombre trabaja hasta las 8pm, llega a su casa y su esposa está con él bebe desde que se despertó dicho bebe, y no sé si saben, los gallos se despiertan porque primero se despiertan los bebés, entonces, cuando son las 8pm ¿De quién es el bebe? ¿Quién descansa?

El papá de una de mis alumnas que vive en EEUU es un señor muy mayor,  pero que, según me relata mi alumna, digamos,  un señor presente- ausente- ni siquiera hizo el rol de proveedor, nada, solo estuvo, estuvo ahí mientras la esposa, es decir la madre de mi alumna, le planchaba, le cocinaba, le servía la cerveza, y ella discutía y gritaba porque el no aportaba dinero, pero era solo eso, gritos y peleas mientras le terminaba de servir la cena, eso sí, casi le tiraba el plato, esa eran las agallas permitidas de los años 70.

En la actualidad, mi alumna comparte la custodia de su presente -ausente padre con tres hermanas que le exigen más de ella, porque el pobre señor, ya casi se mea encima, camina muy lento y no come mucho y mi alumna no le nace ayudarlo más allá de lo económico. ¿Pobre señor no? ¿Qué maluca mi alumna?

 

Tengo otra alumna en Alemania, me comentó que tomó el taller “Curso de soy madre y quiero escribirlo”, porque el despecho, guayabo, depresión, no la dejaba con su vida, su ex marido terminó el matrimonio, pero lamentablemente también se divorció de su hijo.  

Emigraron juntos pero las cosas no salieron  como planeaba  porque  él que era un “vivo criollo en Venezuela” (Vivo criollo: Se le dice aquellos que siempre hacen negocios ilícitos con tramites del estado), no encontró en Alemania ninguna telaraña donde tejer “gestiones” y los ahorros se esfumaron y trabajo nunca consiguió, ella trilingüe y con un trabajo estable  asumió toda la carga financiera con un niño de 5 años, y el otro niño que resulto ser su marido, al cabo de unos meses dejó de darle lo poco que le daba y las visitas hacia su hijo fueron cada vez más esporádicas. Él insiste que la razón de su ausencia es el dinero, él no entiende que aunque no tenga dinero sigue siendo el papá, entonces se volvió algo así como un tío divertido, que va cuando quiere y cuando no quiere no va.

 

¿Cómo puedes pasar voluntariamente una semana sin ver a tu hijo? ¿sin preguntar por él? sin escribirle, sin mandarle un audio, un saludo, o un puto caramelo al menos. Un niño no mide el amor con el dinero, lo mide con la presencia, con la mirada, con que lo cargues para llegar al tobogán, con que lo abraces cuando tiene tos ¿no es eso el amor? y el amor es gratis.

 

Me contaba otra alumna que vive en Italia “Mi marido a las tres semanas de haberme separado, ya tenía una mujer, y lo peor no fue eso, ya mi hija compartía y la conocía, es decir, que él se la presentó cuando ella era un cacho (Cacho: Mujer que sale con un hombre casado), y cuando nos separamos se fue a vivir con ella, para que ella entre otras cosas atendiera a la niña porque es ella la que me da todos los detalles.  

Los hombres si saben estar solos, lo que no saben, porque venimos acostumbrándolos, como el papá de mi maluca alumna que vive en EEUU: es a no crecer, a que sean las mujeres las que hagan lo que ellos no quieren hacer y no se comprometen a hacer. Por eso cuando un hombre está en contra del aborto y tiene la osadía de decirlo públicamente, mis ovarios toman el control y me lleno de ira roja, porque tienes el descaro de no estar de acuerdo con interrumpir  un embarazo, pero cuando la “bendición” nace; no saben qué hacer o no quieren saber qué hacer.

 

Ya no estamos en los setenta y aun así sigue pasando, no importa si estas en Italia, España, vives en Venezuela o Florida, da igual, los padres en su mayoría se comportan como tíos, entonces los niños, que desconocen todo el laborioso trabajo emocional que hace la madre, creen que la madre es demasiado regañona y el papá es el divertido que le compra el helado. Mientras escribo mis ovarios se hinchan.

 

Después de escuchar todo esto mi invitación (quizás ingenua), es  a que por favor NO SE DEJEN,  no tengan maridos – hijos, no maternen viejos de 40 años, no permitan que el padre sea el tío, y si no, busquen un terapeuta infantil para  que la niña o el niño entienda la irresponsabilidad que hay detrás de ese helado en el parque. Si ese señor que dice ser padre, no llama en una semana o dos, no sabe la diferencia entre el medicamento para la tos y el supositorio, si no conoce el nombre de la profesora, si olvida el peluche preferido y no corre a buscarlo, si no se cala la batalla campal que implica hacer la tarea con un niño que insiste en creerse mejor que la madre, si ese padre da dinero sin amor, o no da nada, no vayan – y esto es para los hijos e hijas ya crecidas-  hijas o hijos del mundo, a limpiarle el culete a los 80 años, mas bien regálenle un helado a la salida del centro de salud.

 ¡Tomen madres del mundo la custodia absoluta! para que esas sonrisas infantiles sean todas de ustedes, para que los abrazos vengan en una sola dirección, y esa niña o niño crezca sabiendo lo que es el amor verdadero, lo que significa no rendirse, porque si a alguien hay que limpiarle el culo a los 80 años que sea a una madre responsable y no a un padre que se cree tío o estatua.

 

¿No?

 

 


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
ESTO NO ES EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS, SOMOS MADRES PORQUE LO QUEREMOS Y ASI LO ELEGIMOS, SIENTO QUE LOS PADRES DE HOY EN DÍA EN SU GRAN MAYORÍA, O POR LO MENOS EN MI ENTORNO, SON PREOCUPADOS, ATENTOS Y TAN CARIÑOSOS Y LLENOS DE AMOR COMO UNA MADRE.
CREO EN LA FAMILIA Y LAS CARGAS COMPARTIDAS Y SOY DE LA GENERACIÓN DE LOS 60…
Lorena Rovero ha dicho que…
No todo es tan nefasto en cuanto a la maternidad se refiere, y si hay buenos padres, la preocupación de cualquier madre es él futuro de sus hijos, hacerlos fuertes, seguros y comprometidos con tus profesiones; me case porque me embarace de mi primera hija, 4 años más tardes llegó el varón, no existe un amor más puro y genuino, que el amor que siento por mis hijos, quizás si no los hubiera tenido, mi vida fuese distinta, pero me encanta mi vida, el padre de las criaturas me dejó,luche con mis hijos, no fue fácil, pero logré que se hicieran de una carrera, y no me quejo, eran otros tiempos, y me asusta es el futuro de mis nietos.
Unknown ha dicho que…
No siempre una tiene la oportunidad de reflexionar o planificar demasiado antes de traer un nuevo ser al mundo. En mi caso, fui una "primigesta añosa", tenía 38 cuando quedé embarazada. Sin embargo, antes de eso, nunca estuve dispuesta a tener un hijo por cuenta propia y sin pareja. Estuve convencida del valor de construir un núcleo familiar con una mamá y un papá como figura funcionales. Tuve un embarazo maravilloso y quise tener un segundo hijo, a pesar de que mi esposo tenía problemas de movilidad, que le impedían compartir más en los cuidadados de un reciennacido. Sin embargo, cuando quise embarazarme por segunda vez, no pudimos porque me tuvieron que practicar una histerectomía. De todas formas, pienso que la maternidad es una experiencia única y que puede ser muy enriquesedora para cualquier mujer que se lo proponga. María
elena González R.

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